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De Ciudad de México a París: cómo el té y la providencia llevaron a una familia a servir una comunidad de artistas

  • Writer: Timarie Friesen
    Timarie Friesen
  • 9 minutes ago
  • 4 min read

Por Timarie Friesen


(Otras versiones: en inglés / en francés)


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Karla pronuncia la palabra «pérdida» en un francés impecable. El silencio llena el teatro alquilado cerca de la catedral de Notre Dame; solo se escucha el sonido del público que se inclina hacia delante en sus asientos. Es una afición, no la religión, lo que atrajo a esta multitud de aficionados al té a este evento cultural. Sin embargo, la pérdida es el tema central de la historia de Karla. 


¿Quién es Dios y cómo se acerca a nosotros en nuestros sufrimientos? La pregunta inesperada sorprende a un público que acudió para aprender dónde encontrar las mejores hojas de té y cómo preparar una exquisita taza de té. 


El camino que la llevó desde su natal Ciudad de México hasta París está forjado de dolor, gracia y sorpresas. Karla sostiene una taza de té de cerámica hecha a mano por su marido, David. Él, que antes era arquitecto, ahora trabaja como artista. Karla es músico y antigua propietaria de una tienda de té. Tras una serie de pérdidas, la pareja se fue de México. Visitaron Asia para explorar la industria del té y hasta llegaron a considerar la posibilidad de abrir una tienda de té allá. Sin embargo, el té y la providencia los llevaron a París.


Entusiastas de la cultura asiática llenan el teatro Parisino. Algunos visten kimonos. Otros hablan japonés o mandarín. En medio del caleidoscopio de colores y sonidos, Karla les habla en francés (su tercera lengua) como experta en la industria del té. Esta experiencia encaja perfectamente con el ministerio de la iglesia a la que asisten Karla y David en París.


Su iglesia participa en el evento cultural que se celebra dos veces al año, ofreciendo una capacitación. La presentación siempre atrae a un gran número de aficionados al té que esperan encontrar poderes curativos en hojas especiales y en la meditación. Karla, una respetada oradora, se vale de la ocasión y comparte cómo Dios la nutrió durante experiencias de profundo dolor. 


Una de esas experiencias fue el terremoto que azotó su ciudad natal, Ciudad de México. En medio del caos que surgió luego del desastre, su tienda de té se convirtió en un lugar de refugio donde la iglesia de su barrio pudo reunirse y celebrar servicios religiosos. Los miembros de la iglesia acudían para orar juntos, y ofrecer a los vecinos tazas de té gratis y ayuda de emergencia. 


Karla sufrió traumas aún más profundos años antes, cuando padeció una serie de pérdidas irreparables. Primero, cuando su hija de tres meses murió repentinamente. Poco después, cuando su segundo bebé murió de un defecto cardíaco a la semana de nacer. Los amigos de la iglesia se sentaban con Karla durante muchas horas tejiendo, hablando y proporcionándole un espacio para procesar el dolor cuando todo parecía imposible. 


Animada por estos amigos, Karla comenzó a tocar su música e hizo de su tienda de té un espacio lleno de hospitalidad. La comunidad unida, se hizo eco del llamado a llorar con los que lloran; el cuidado y afecto reflejaba a Cristo y ayudó a Karla a superar los momentos difíciles. La iglesia y a la tienda de té fueron instrumentos de la bondad y la provisión de Dios para ella y David.


Dios continúa mostrando su bondad, ahora en el distrito artístico de París, donde Karla busca cultivar amistad con los amantes del té. Ella comparte su pasado, impregnado tanto de pérdida como de sanación, con la esperanza de que otros se vean reflejados. Quizás imaginen que ellos también son vistos por el mismo Dios trino: un Padre amoroso para los indigentes, un Salvador a través de su hijo Jesucristo y un consolador a través de su Espíritu Santo.


En una ciudad donde menos del 2% se identifica como creyente, Karla y David se integran a su comunidad parisina con la intención de forjar lazos estrechos. Con su hijo de seis años, viven en un apartamento cerca del teatro, que es también el lugar donde se reúne su iglesia local. David es conocido por sus tazas y cuencos de cerámica bien elaborados, y Karla, por sus habilidades con la guitarra. Ella da clases a un número cada vez mayor de parisinos. 


Entre sus amigos están los aficionados al té. Karla y David esperan que algún día estos amigos se animen a visitar el teatro alquilado los domingos y puedan conocer su iglesia. Una comunidad que emula a la iglesia de su barrio en Ciudad de México. Fue la calidez que compartieron con la iglesia en México es lo que impulsó a Karla y David a mudarse a París y unirse a un equipo de misioneros y fundadores de iglesias para allí servir. 


En una ciudad donde la asistencia a la iglesia es poco frecuente, los artistas buscan significado y un lugar al cual pertenecer. La iglesia a la que asisten Karla y David acoge a estas personas, combinando la hospitalidad y la comunidad con una iglesia de barrio. Además de los eventos culturales, la iglesia participa en conciertos durante la temporada de jazz. 


Karla dedica gran parte de su tiempo libre a dar clases de guitarra y ofrecer pequeños conciertos en cafés locales. David dedica su tiempo a crear obras de arte en cerámica y a estudiar para sus clases del seminario con el fin de convertirse en pastor en Francia. 


Karla está agradecida de poder hablar de sus pérdidas y de la providencia que la llevó a París. Ha sido un camino inesperado que incluye su amor por el té, por la música, por su iglesia y, sobre todo, su amor por Cristo. Karla y David viven como extranjeros en París, con el corazón anclado en su verdadero hogar. Un lugar donde no habrá sufrimiento ni pérdida. Un lugar donde Dios morará con su pueblo de todas las naciones y lenguas, y dónde Karla desea se encuentren sus vecinos parisinos.


 

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Otras versiones en inglés / en francés traducidas por Paola Barrera.


La foto de Paris tomado por Jose Teiga en Unsplash.


 

 
 
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